viernes, 7 de febrero de 2014

El pasado zirí de Granada

En el siglo XI, caído el Califato de Córdoba, surgen los Reinos de Taifas en la Península Ibérica. En Granada se instaura la dinastía zirí hasta la llegada de los almorávides que incorporarían al-Andalus a su imperio magrebí.
Zawi ben Ziri as-Sinhayi, de origen beréber, fundaría la dinastía ocupando el trono de Granada durante seis años. Hijo del general Ziri ben Manad. Estuvo bajo las órdenes del gran Almanzor, el hombre más poderoso de la Córdoba califal en la segunda mitad del siglo X y primeros años del XI. 
La fitna o guerra civil en la que se sumió al-Andalus al morir el hijo de Almanzor enfrentó a bereberes
contra los árabes y a éstos entre ellos pues todos querían gobernar. Finalmente se originaron centros de poder dando lugar a pequeños reinos conocidos como Taifas.
Zawi ben Ziri se dirigió a Medina Elvira después de participar en la destrucción de Medina Azahara, la capital califal, fundando en Granada la Taifa homónima, proclamándose emir. La razón por la que no se instaló en Medina Elvira, por entonces más importante que Granada, se debió a lo complicada que resultaba la defensa de la primera, lo cual resultaba fundamental en tiempos tan convulsos como aquellos, trasladando la capital a Medina Garnata (Granada).
El gran error del fundador de la dinastía zirí, la cual duró ochenta años, con cuatro reyes, fue querer hacerse también con el poder en Ifriquiya, en el Noroeste del Magreb pues perdió el trono de Granada a manos de su sobrino que continuó la dinastía. Zawi ben Ziri sería envenenado en Argel por el emir Mahdia, otro zirí que gobernaba la región norteafricana. Los ziríes ocuparon varios tronos tras la desmembración de al-Andalus, tanto en la Península Ibérica como en el Magreb pero sería Granada la más suntuosa de sus capitales. Aún pueden verse restos de su arquitectura.
Los tres monarcas que continuaron la dinastía fueron Habús ben Maksan en cuyo reinado brilló con luz propia su visir, el judío Samuel Ben Nagrela. El emir Badis que anexionaría Málaga y Baeza, alcanzando el reino su máxima expansión territorial (provincias actuales de Granada, Málaga y Jaén y parte de Almería y Córdoba) y Abd-Allah, bajo cuyo mandato el imperio almorávide conquistó la Taifa.
El nombramiento de Nagrela es un buen argumento para quienes defienden la convivencia intercultural en al-Andalus. Me temo que no ya que posiblemente la razón fue la desconfianza del emir hacia los árabes puesto que él era beréber, o sea, del Magreb aunque consciente de que sus paisanos eran más bien rudos y poco cultos, por lo que se vió obligado a recurrir a los judíos, más refinados e inteligentes. No es que fuera un buen musulmán que hacia caso de las escrituras coránicas por las que se ha de proteger a las religiones del Libro (cristianos y judíos) sino que, sencillamente, fue astuto. De hecho, en 1066, se produjo la matanza de miles de judíos debido a las envidias que suscitaban entre ciertas élites desprovistas de poder ante el empuje de Nagrela y sus descendientes; una historia digna de novela.

Aquí tenéis una muestra del arte zirí que ha perdurado hasta nuestro tiempo:

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