En
el siglo XI, caído el Califato de Córdoba, surgen los Reinos de
Taifas en la Península Ibérica. En Granada se instaura la dinastía
zirí hasta la llegada de los almorávides que incorporarían
al-Andalus a su imperio magrebí.
Zawi
ben Ziri as-Sinhayi, de origen beréber, fundaría la dinastía
ocupando el trono de Granada durante seis años. Hijo del general
Ziri ben Manad. Estuvo bajo las órdenes del gran Almanzor, el hombre
más poderoso de la Córdoba califal en la segunda mitad del siglo X
y primeros años del XI.
La
fitna o guerra civil en la que se sumió al-Andalus al morir el hijo
de Almanzor enfrentó a bereberes
contra
los árabes y a éstos entre ellos pues todos querían gobernar.
Finalmente se originaron centros de poder dando lugar a pequeños
reinos conocidos como Taifas.
Zawi
ben Ziri se dirigió a Medina Elvira después de participar en la
destrucción de Medina Azahara, la capital califal, fundando en
Granada la Taifa homónima, proclamándose emir. La razón por la que
no se instaló en Medina Elvira, por entonces más importante que
Granada, se debió a lo complicada que resultaba la defensa de la
primera, lo cual resultaba fundamental en tiempos tan convulsos como
aquellos, trasladando la capital a Medina Garnata (Granada).
El
gran error del fundador de la dinastía zirí, la cual duró ochenta
años, con cuatro reyes, fue querer hacerse también con el poder en
Ifriquiya, en el Noroeste del Magreb pues perdió el trono de Granada
a manos de su sobrino que continuó la dinastía. Zawi ben Ziri sería
envenenado en Argel por el emir Mahdia, otro zirí que gobernaba la
región norteafricana. Los ziríes ocuparon varios tronos tras la
desmembración de al-Andalus, tanto en la Península Ibérica como en
el Magreb pero sería Granada la más suntuosa de sus capitales. Aún
pueden verse restos de su arquitectura.
Los
tres monarcas que continuaron la dinastía fueron Habús ben Maksan
en cuyo reinado brilló con luz propia su visir, el judío Samuel Ben
Nagrela. El emir Badis que anexionaría Málaga y Baeza, alcanzando
el reino su máxima expansión territorial (provincias actuales de
Granada, Málaga y Jaén y parte de Almería y Córdoba) y Abd-Allah,
bajo cuyo mandato el imperio almorávide conquistó la Taifa.
El
nombramiento de Nagrela es un buen argumento para quienes defienden
la convivencia intercultural en al-Andalus. Me temo que no ya que
posiblemente la razón fue la desconfianza del emir hacia los árabes
puesto que él era beréber, o sea, del Magreb aunque consciente de
que sus paisanos eran más bien rudos y poco cultos, por lo que se
vió obligado a recurrir a los judíos, más refinados e
inteligentes. No es que fuera un buen musulmán que hacia caso de las
escrituras coránicas por las que se ha de proteger a las religiones
del Libro (cristianos y judíos) sino que, sencillamente, fue astuto.
De hecho, en 1066, se produjo la matanza de miles de judíos debido a
las envidias que suscitaban entre ciertas élites desprovistas de
poder ante el empuje de Nagrela y sus descendientes; una historia
digna de novela.
Aquí
tenéis una muestra del arte zirí que ha perdurado hasta nuestro
tiempo:
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